el juez bao, la personificación de la justicia y la virtud
China, siglo XI.
Aunque el Imperio vive un gran apogeo económico e intelectual, debe enfrentarse a una corrupción endémica y galopante: el país es rico y los hombres que lo dirigen sienten tentaciones poco honorables. Ante esta situación, el emperador Ren Zong otorga plenos poderes al juez Bao (999-1062) para luchar contra esta lacra, ya que su reputación llega a los confines del Imperio.
Todo esto es cierto. Bao fue un personaje real, de origen humilde, que consiguió aprobar los rigurosos exámenes de acceso al funcionariado y, más tarde, llegar a ser juez. Durante sus veinticinco años en la función pública, demostró constantemente una honestidad y rectitud extremas: condenó a su propio tío, impugnó a un tío de la concubina favorita del emperador Renzong y castigó a familias poderosas.
Al investigar la historia de este personaje nos encontramos con una maraña de fuentes históricas, leyendas y ficción, que hace difícil distinguir la realidad de la ficción. Como el Cid, vamos, pero en chino. A esta confusión contribuimos desde AMOK con nuestra serie de cómics.
Afortunadamente, durante la dinastía Song se empezó a poner de moda el género literario que lo inmortalizará, el Gong'an, historias de «casos judiciales», algo así como la versión medieval de las series de TV del estilo de «The Good wife» o «La ley y el orden». Desde entonces, Bao ha aparecido en novelas, óperas chinas, obras de teatro, series de televisión, películas e incluso un videojuego (!).
No me digas que no mola
De forma ingeniosa, cada nueva adaptación del juez Bao permitía utilizar contextos del pasado para denunciar los abusos del presente, ya que asociaba villanos y corruptelas del pasado a nombres y casos contemporáneos, sin identificarlos explícitamente.
En sus tramas están presentes elementos confucianos, como la importancia de seguir la piedad filial, tener una educación, o respetar los rituales —como herramienta para mantener las jerarquías y las relaciones entre los individuos.
En sus versiones más contemporáneas, influenciadas por Occidente, el juez Bao es caracterizado con rasgos próximos a Robin Hood —por su defensa de los humildes—, de Sherlock Holmes —por su genialidad detectivesca— o Hamlet —por sus contactos con el más allá. Cuando Sherlock Holmes fue traducido por primera vez al chino en la dinastía Qing, los chinos llamaron a Sherlock «el juez Bao inglés».
Por todo ello, Bao ha pasado a la historia como una referencia de imparcialidad judicial, dedicado a luchar en favor de los más débiles y contra los abusos y la corrupción del poder. En el chino moderno, «Bao Gong» o «Bao Qingtian» se invoca como metáfora o símbolo de la justicia.
El juez Bao no es solo un héroe chino: su espíritu de justicia y de equidad son universales y atemporales. La China de ayer y de hoy no tienen el monopolio de la corrupción y de la criminalidad. Si las investigaciones de este hombre íntegro e incorruptible se proyectan en nuestro mundo contemporáneo es porque, desgraciadamente, siguen sucediendo a ambos lados de la Gran Muralla.