Guía para entender El Legado
El Legado es una historia fascinante que toca varios temas que se entrelazan y superponen en la historia de esta familia, en el Singapur de los años 70 a 90: el choque generacional, la inmigración y la adaptación a una cultura distinta, el desarrollo frenético y el intervencionismo social del gobierno, y una serie de temas tabú tanto a nivel social como religioso y cultural, como la homosexualidad y las enfermedades mentales. En esta entrada del blog vamos a intentar dar unas pinceladas para poder entender mejor el contexto de la novela.
El desarrollo acelerado de Singapur
Singapur fue una colonia británica desde 1819 hasta 1963, y esta influencia sigue muy presente hoy en día. Estudiar en una universidad británica o americana ha sido siempre la mayor medalla de prestigio.
En 1963 se unió a Malasia en una confederación (*), en 1964 sufrió unos violentos enfrentamientos raciales entre chinos y malayos, y fue expulsada poco después en 1965, año de su verdadera independencia (forzada) como país. Fue un episodio traumático, y la intervención en televisión donde el primer ministro Lee Kwan Yew anunció la noticia entre lágrimas es un momento icónico.
No era para menos, porque el panorama era muy negro: Singapur era una isla pequeña y sin recursos naturales, con una población multirracial y poco educada, rodeada de países más o menos hostiles. Pero contaba con un arma secreta. Lee Kwan Yew, el padre fundador, era una mente brillante y estaba al mando del país.
La situación era la siguiente: había una plataforma en llamas, un líder carismático e inteligente mostraba un posible camino de forma clara, y no existían más opciones. Eso facilitó que la población resolviese dejar atrás las diferencias para marchar en la misma dirección. Lee Kwan Yew y su gobierno de tecnócratas llevaron al país por una agresiva senda de progreso acelerado buscando convertirse en la “oveja blanca” del sudeste asiático, con un éxito indudable que nadie puede discutir, pero a costa de un precio que algunos considerarían elevado. Muchos individuos quedaron por el camino incapaces de aguantar el ritmo, y durante mucho tiempo la sociedad singapurense no ha mostrado mucha compasión por ellos.
El carácter singapurense está forjado por este duro periodo y se refleja tanto en la novela como en la sociedad actual. Los padres ejercen una presión tremenda en los hijos para que puedan acceder a las mejores escuelas y universidades, y en el trabajo la competitividad y la necesidad de triunfar se sienten a flor de piel. Hay que tener en cuenta además que en la cultura asiática se espera que los hijos mantengan a los padres cuando estos son ancianos, así que la presión de los padres sobre los hijos no es totalmente desinteresada.
(*) Malasia se llamaba Malaya antes. Cuando se creó la breve confederación, se le llamó MalaSIa para incluir a Singapur.
La integración social y étnica
Singapur es un país multirracial. Durante el periodo de la novela, la distribución es más o menos un 77 % de chinos, 15 % de malayos, y 7 % de indios. El gobierno singapurense siempre ha estado haciendo equilibrios para evitar que se convierta en una bomba de relojería. Por ejemplo, cuatro son los idiomas oficiales: inglés, mandarín, tamil y malayo.
Pero esto es una enorme simplificación. Por ejemplo, los chinos emigraron a Singapur desde distintas regiones de China, cada una con su dialecto (cuando hablamos del idioma chino hablamos del dialecto mandarín, pero en Hong Kong hablan cantonés, en Fujian teochew, etcétera). Lo mismo ocurre con los indios (hindi, tamil, telugu, punyabí…). En El Legado, los Sij son una minoría dentro de la India, y son reconocibles por sus turbantes, ya que no pueden cortarse el pelo.
Pongámosnos en la situación de Harbeer, el patriarca de la familia. Ha emigrado a Singapur sin dominar el idioma, que practica constantemente para poder integrarse bien (piensa que tanto los dialectos chinos, el hindi o el punjabí tienen una escritura radicalmente diferente a nuestro abecedario). Sabe que un requisito para ser aceptado socialmente es hablar buen inglés.
Cuando llegó, Singapur era todavía un sitio tranquilo. Pero en los últimos años todo se ha acelerado, y Harbeer ya no es capaz de entender lo que ocurre a su alrededor, y menos aún de adaptarse al nuevo ritmo de vida y hábitos. Sin embargo sus hijos sí que son capaces, lo que aumenta la fractura social dentro de la propia familia.
También se esfuerza por integrarse en una sociedad influenciada mayoritariamente por la cultura inglesa y china. A la vez, debe mantener relaciones con la comunidad punyabí local, suficientemente pequeña para que todo lo que ocurre en su familia se sepa. Son demasiadas reglas religiosas, culturales y sociales que respetar, a menudo conflictivas.
El papel del gobierno
El gobierno -y hablamos de “el” gobierno porque siempre ha sido el mismo partido- ha sido siempre consciente del ritmo que exigía a sus ciudadanos para poder modernizar el país. De mentalidad muy pragmática, ha aceptado que una parte de la población podría quedarse atrás, incapaz de seguir el ritmo. Como dice el refranero, no se puede hacer roti prata sin romper algunos huevos.
También ha sido consciente de la ausencia de una identidad común en un país recientemente independizado y multirracial. De ahí que haya sido enormemente intervencionista a la hora de forjar una identidad común, estableciendo una serie de comportamientos sociales estandarizados y propios del primer mundo, todo en pos de empujar a la población hacia un modelo de progreso y a crear unos sólidos cimientos. En palabras de Lee Kwan Yew, “A un cachorro le enseñas de pequeño a hacer pis y caca fuera. Nosotros tuvimos que adiestrar a perros adultos que orinan de forma deliberada en los ascensores”. El padre fundador no tenía pelos en la lengua y no se andaba con chiquitas.
Varios ejemplos de intervencionismo social, algunos visibles en El Legado, incluyen la masiva construcción de pisos colmena de protección oficial donde la asignación de pisos sigue cuotas raciales, campañas de control de la fertilidad, campañas para hacer Singapur más limpio, para que sus ciudadanos sean más educados, para hablar más mandarín o más inglés dependiendo de la época, e incluso la iniciativa durante los años 80 para promover el noviazgo entre parejas con estudios universitarios, como medio para incrementar la fertilidad de la parte “educada” de la sociedad.
En la novela vemos cómo la familia de Harbeer no encaja en ninguno de los estándares diseñados por el proyecto de ingeniería social, y cada uno de sus miembros debe levantar una losa diferente.
Nos gusta mucho El Legado, y por ello queremos compartirlo con vosotros, porque a través de una historia familiar interesante, y en el contexto histórico de un país en medio de una transformación inédita, enlaza temas como la afirmación de la identidad frente a la familia, la sociedad y el país, la inseguridad frente al cambio, el desafío a las reglas e imposiciones, la búsqueda de la libertad individual, el precio a pagar por el éxito, y la lucha contra tabúes como la homosexualidad y las enfermedades mentales.