La (cruel) ocupación japonesa de Malasia
En Europa somos bastante familiares con las barbaridades de los nazis, pero los japoneses no se quedaron atrás. Nos cuesta creer que una cultura que asociamos a la armonía, al arte, a la educación y al progreso haya sido también capaz de aniquilar a millones de personas, muchos de ellos civiles asesinados a sangre fría, en el periodo que va de la ocupación de Manchuria (1932) al fin de la Segunda Guerra Mundial.
El don de la lluvia nos traslada al periodo inmediatamente anterior a la ocupación de Penang. Los japoneses invadieron la Malaya británica el 8 de diciembre de 1941, de forma casi simultánea a otros ataques en la zona (Pearl Harbor ocurrió el 7 de diciembre) y se mantuvieron hasta la rendición el 12 de septiembre de 1945. Las defensas británicas cayeron con una facilidad que nadie en las colonias esperaba, rompiendo el mito de la imbatibilidad y el poderío del Imperio Británico. Esta “epifanía” alimentó los movimientos de independencia tras la rendición japonesa y el retorno de los ingleses: de repente echar a los ingleses y conseguir la soberanía no parecía una misión imposible.
Los japoneses fueron brutales con la población civil: ejecuciones en masa (la masacre de Sook Ching) trabajos forzados, sumisión total, violaciones en masa, destrucción de pueblos y relocalizaciones forzosas, uso de armas químicas (unidad 731), supresión de las culturas e idiomas locales… todo esto mientras explotaban los recursos de Malaya necesarios para mantener la maquinaria de guerra funcionando.
Pero eso no fue nada con la crueldad con la que trataron a los prisioneros de guerra. En la mentalidad japonesa, inspirada en el Bushido, la mayor gloria era morir por el emperador, y rendirse ante el enemigo significaba perder toda dignidad, independientemente de la valentía con que se hubiese luchado hasta entonces o la inutilidad práctica de seguir luchando. Por ello los prisioneros de guerra aliados no merecían más que desprecio: habían renunciado al honor y no merecían nada. Es posible que esta mentalidad se extendiese en cierta medida a la población civil.
Operador de radio australiano capturado y ejecutado en 1943, Papua- Nueva Guinea
Prisioneros de guerra australianos liberados en 1945, Singapur
El jardín de las brumas nos presenta el episodio de las “mujeres de consuelo”, un eufemismo utilizado para describir a las entre 50,000 y 200,000 mujeres forzadas en toda Asia a la esclavitud sexual por parte de los militares japoneses, y que hasta hace muy poco ha sido negado oficialmente por el gobierno japonés pese a la evidencia. La prostitución en Japón estaba permitida y altamente organizada, así que parecía lógico a sus ojos llevar este “servicio” al frente de guerra: con ello pretendían reducir las violaciones incontroladas a civiles, controlar el espionaje, y mantener un mayor control sobre las enfermedades venéreas.
“Mujeres de consuelo” coreanas liberadas en China
Chicas malayas y chinas reclutadas a la fuerza en Penang
Tras la caída de los japoneses, los ingleses retomaron el control de sus antiguas colonias conscientes de que la independencia era cuestión de poco tiempo, pero reticentes a abandonar los recursos de caucho y estaño tan necesarios para su industria. Para aplacar los ánimos unificaron las colonias en una Unión Malaya, donde todos los habitantes tenían la ciudadanía, independientemente de la raza.
Pero los nacionalistas malayos comenzaron una campaña de presión que desembocó en la transformación de la Unión Malaya en la Federación Malaya, traducido en un retroceso en libertades y derechos, y la pérdida de la ciudadanía por parte de la etnia china. Comienzan las huelgas, los sabotajes a las plantaciones y los actos de terrorismo por parte de guerrillas comunistas, episodios descritos tanto en El jardín de las brumas como en Estado de excepción. En 1948 se establece el estado de excepción, que durará hasta 1960, tres años después de la independencia.
Revolucionaria durante el Estado de Excepción. Podría ser perfectamente la protagonista de la novela